Martes, 20 de Abril

Buenos días atrevidos navegantes de la red!

En el sur del país del Sol, parece que las nubes decidieron marcharse a mojar algún que otro lugar seco y con ganas de estrenar un nuevo paraguas. Yo sigo sentada en la desgastada terraza…aunque claro, aún no estoy segura de si al tejado donde han nacido pequeños ecosistemas verdes, podría considerarlo una terraza. De cualquier manera, sigo sentada, y temerosa de que algún Señor Mirlo o alguna Señora Gorriona, lleve a cabo una de esas trastadas tan desagradables que conlleva ir volando por los aires sobre tu cabeza.

Desde mi sitio veo la carretera, a veces pasan coches, otras veces pasa alguna que otra Lambretta Series III, la cual parece haber dejado una enorme masa de humo negro y viejo a su paso, y ahora, solo percibo en el arcén una larga fila de automóviles atascados por tal catástrofe, fruto de alocadas mentes humanas. Oh, creo que hasta puedo sentir algo de tristeza por todos aquellos viajeros que hoy, llegan tarde a sus destinos. Aunque sé de muchos que se alegran de perder esos gloriosos minutos en su puesto de trabajo, y ahora están tan campantes escuchando alguna cadena de radio nacional, que les consiga despertar en una mañana de desesperante Martes.

Ciertamente, me alegro de estas situaciones un poco embarazosas para esta raza, como por ejemplo, que seamos incapaces de abrir una lata de conservas, pero que supuestamente hayamos pisado la luna…resulta chocante y poco alentador; pero es la realidad. La misma por la cual, los vecinos de mi desconocida calle se llevan las manos a la cabeza e intentan transmitirme algo como: ¡Pero niña quieres bajar de ahí arriba! A lo que yo respondo, llevándome las manos a los oídos: ¡Lo siento queridos amigos de la comunidad residencial, pero no puedo oíros!

Entonces sigo con mi tarea, la que tanto me gusta y a la que tanto tiempo dedico. Mientras, allí abajo, se acumulan los viandantes que terminan por no saber como reaccionar, y yo, yo seguiré en mi tejado hasta que las nubes que se fueron, vuelvan para empaparme; cuando la lluvia pese lo inimaginable en mí, será cuando vuelva de esa pequeña altura y regrese a vuestro rutinario pero igualmente humano MUNDO.

Recuerdos de parte de:

Una anónima desde el Cristal